Esta imagen del castillo de O’Brien, en Inisheer, la más pequeña de las tres islas de Aran, me sobrecoge. Al igual que la canción que podéis escuchar sobre estas líneas (Perfect Time, de Maire Brennan).
Inisheer 1956.
Una anciana camina, sola, en el amanecer de un día de invierno, junto a la playa, enjuta en su capa.
«Padraig, Padraig, ¿por qué no me escuchas? Cuántas tardes, después de preparar la cena, humilde, eso sí, pero cena, he venído a la playa a esperarte, oteando el horizonte, indagando en el mar la sombra de tu curragh que me anuncia tu regreso del fiero mar de Irlanda, sano y salvo, otro día más. Al final siempre llegas y, juntos, arrastramos nuestro sustento sobre la arena, hasta donde no alcanza la crecida de la marea. Allí dejamos una de tus herramientas de trabajo (las otras tres, tus dos manos y el corazón, deben seguir contigo), al abrigo del castillo, cual fantasma del pasado en nuestro presente anclado. ¿Por qué no me escuchas, Padraig? Siempre has vuelto y siempre te he estado esperando, deseosa de llegar junto al hogar donde la leña crepita y nos da su calor amigo. Y aquí seguiré, día y noche, esperando tu regreso, aunque la gente me diga que ya has muerto. No me importa los días que pasen, porque siempre has vuelto y esta vez volverás de nuevo. Y yo, aquí, te estaré esperando, aunque el mar me diga que has muerto…»