Ocurrió cierto día de septiembre de 2011, mientras conducía el coche de alquiler por la carretera que serpentea entre Baile an Fheirtéaraigh y Dún Chaoin, en el extremo más occidental de la península de Dingle y, por ende, de Europa, vislumbrando el verde que cae, a veces suavemente, deslizándose, otras precipitándose abruptamente, hacia el azul del Atlántico.
Así dará comienzo el libro que tengo en mente escribir sobre las Islas Blasket. Creo que ha llegado el momento de comenzar. Vamos allá.