«Veinte años creciendo», una historia de la Great Blasket


He comenzado la lectura de un libro que adquirí en mi último viaje a Irlanda. Se trata de una obra titulada Fiche Bliain ag Fás (Veinte años creciendo), escrito en gaélico y traducida solo al inglés (creo), idioma en que está escrita la edición que tengo ante mis ojos. Su autor, Muiris Ó Súilleabháin, Maurice O’Sullivan, nació en la isla de Gran Blasket, al suroeste de Irlanda, en 1904, y en 1933 publicó esta obra, que en principio no estaba destinada al gran público, sino que servía a su propio deleite y el de sus más allegados. Afortunadamente, algunos amigos le convencieron para que fuese publicada, legándonos así un valioso documento de sus años de juventud, primero en la Gran Blasket y luego en Dublín, a donde se dirigió para ingresar en la ‘Civic Guard’, la nueva policía irlandesa, así como del modo de vida del lugar, de la forma de ser de sus habitantes, en definitiva, de una manera de entender la vida que pertenece al pasado.

No he empezado aún la obra en sí, estaba leyendo el prefacio de los dos traductores (1933) y un épilogo al prefacio de uno de ellos (1951) que me ha estremecido. Me he visto obligado a detenerme, a traducir esta postdata previa (que vivan las paradojas) y a compartirla aquí. Dice así:

El lector preguntará qué le ocurrió al autor tras el final de su historia. La labor de hacer cumplir la ley no le resultaba agradable. Tras la publicación del libro, abandonó la Guardia Cívica, se construyó una casa, se casó y se asentó junto a los campesinos de Connemara. Allí vivió feliz hasta que se ahogó en 1950, dejando tras de sí viuda, un hijo y una hija.

Su anfitriona en Dublín, una de los dos traductores, también ha fallecido. En los que respecta a la isla de Blasket, todos los ancianos que aparecen en la historia han dejado el mundo; la escuela se cerró hace muchos años; y el pueblo se encuentra en ruinas. Se ha reducido la población a cinco hogares, compuestos por 21 personas, con sólo un niño. La tierra firme se ve devastada de igual manera. Casi todos los jóvenes han emigrado. Todo parece indicar que el destino de este esquina de Irlanda es volverse igual de desolada que algunas partes de las Tierras Altas de Escocia.

Y aún así se puede dudar de que este sea su destino. Es probable que la progresiva parálisis de la despoblación y decadencia  sea superada por otros cambios que ya están extendiéndose por todo el mundo; y en ese caso, de entre el infinito sufrimiento que supone la diáspora de esta excelente gente, resurgirá una nueva Irlanda, que se abastacerá de sus exiliados y su progenie que regrese de ultramar.

Cuando conoces la historia de estas Islas de Blasket, magníficamente presentada en el Ionad an Bhlascaoid Mhóir (centro de interpretación de la Gran Blasket) en Dunquin (Co. Kerry), estas palabras alcanzan su máximo poder evocador, y te llegan a lo más profundo del alma. El libro que espero comenzar a leer en cuanto los ojos recuperen la nitidez necesaria es parte de su historia, una historia que espero me lleve en algún momento a esta isla, donde ya no habita nadie. Pero los vestigios siguen ahí, sobre ella y en los corazones de quienes siguen viéndola como su hogar.

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